jueves, 7 de febrero de 2013

Hablando de verdades.

Con el ánimo al ras del suelo y las fuerzas que tiene un recién nacido, después de haber pasado algunos malos días me dirigía allí, al momento de celebrar un día importante para mi. Saque de la ilusión por compartir ese día las fuerzas para salir de casa. Me coloque mis tacones y con paso firme pise la calle medio contenta medio triste.

Para mi sorpresa tras abrir una puerta y que se encendiera una luz vi muchas caras conocidas, caras de personas que forman parte de mi vida desde hace ya mucho tiempo. En ese mismo instante no me lo podía creer y recupere la fuerzas al verlos allí de pie. Todos se abalanzaron sobre mi y me llenaron de besos y felicitaciones. Yo para no variar tenia las lágrimas contenidas y las piernas no me paraban de temblar. Gracias, muchas gracias no me cansaba de decir.

Cuando por fin pude poner los pies en el suelo y los nervios deje de lado, comencé a inspeccionar lo que tenia a mi alrededor. Me encontré con el mejor de los hermanos con aquel que aunque a veces me haga de rabiar sé que no podría vivir sin él, con ese que se preocupa aunque le cueste trabajo demostrar, el estaba acompañado de la que ahora enamoro su corazón y cuanto me alegro. Vi la cara de una prima que deja de serlo para ser hermana, y un poco más atrás a una tía que en muchísimas ocasiones fue mi madre.

Poco a poco fue reconociendo a los que allí estaban, familia y amigas. Y fue justo cuando me senté al mirar para mi lado cuando me lleve la verdadera sorpresa, la ausencia de una persona no poco importante en mi vida. El corazón se me encogió, y el murmullo en mis oídos causado por dicha ausencia quizás hizo que entre un tic tac del reloj mi ilusión se rompiera de golpe. Encaje miles de piezas que he ido guardando desde hace ya tiempo, y entonces entendí el punto al que habíamos llegado.

Me colme de rabia y una fuerte decepción que me hacía llorar y gritar en el más puro silencio intentando ser indiferente sin serlo. Llegue a pensar que era una broma, que en cualquier momento cruzarías esa puerta, que ilusa de mi.

Fue entonces cuando gire la cabeza y con la mano sobre mi hombro estaba esperando para darme un abrazo aquella que siempre está al pie del cañón. Esa que se traga todos mis desvelos, mujer de bandera, mujer que por más que le llueva siempre sonríe. La causante de que todos estuvieran allí a mi lado, esa misma sin haber hablado conmigo sabe lo que siento. La que me abrazo y me dijo ''por favor disfruta de tu día y no sufras por los que no han querido estar aquí que esos no están a la altura de la situación''. Mi madre, bendita sea ella y sus palabras.

Tras acurrucarme en ella y sentirme segura supe que no hay mejor amiga que ella. Siendo curioso que fue a la última que vi, me di cuenta que es la primera en mi vida. Por eso no le pido perdón a nadie más que a ella por si alguna vez le falle o no supe estar a la altura. Demasiadas veces me preocupe por fallar a los demás sin preocuparme si le fallaba a ella. Ahora que soy cociente de como funciona el mundo, aún sabiendo que son muchas cosas las que me quedan por aprender estoy segura de que jamás habrá nada mas fuerte que el cariño de una madre y de que si algún día lloro por que me falte alguien sentada a mi lado será porque me falte ella.

Los demás pueden desempeñar papeles importantes en mi vida en diferentes épocas de ellas, siempre estarán esos compañeros para salir de fiesta, esas amigas con las que ir de compras, ese amigo al que contarle historias...El mundo seguirá girando siempre, y aunque a veces creas que alguien de afuera siempre estará en tu vida, pueda que al día siguiente se vaya. Por eso cuida siempre ha ese hermano que te cuida, a esos tíos que te abrazan, a esos primos que son hermanos, a esa pareja que te mima, a esas compañeras de viaje desde el pupitre de tu infancia y a esa madre que por mucho que tropieces siempre siempre tendrá un te quiero en los labios.

Los demás solo depende del momento y el lugar, y sobre todo de la falta que le hagas.



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