domingo, 19 de febrero de 2012

De mis días malos.

Como llevar a cuestas una maleta a la que le van echando piedras... Al principio aguantas, pero llega un momento que te caes de espaldas. Me doy cuenta de que no sé donde está mi sitio, no lo encuentro. Solo escucho silencio, no hay nadie. Entonces lloro y asumo el silencio. Es mi soledad la que me lleva siempre a recordar. Y empiezo a contar un palo tras otro, los días que me trague palabras, las decepciones y las caídas de las que me pude levantar, y de las que aunque quiera no lo haré jamás. 


Me doy cuenta, de que llevo media vida intentando que los demás siempre estén orgullosos de mi... y al final se me olvidó ser feliz. Que no hay nadie, ni nada... que ahora las palabras ya no bastan. Frío que siento perfecto, consuelo de tontos, orgullo de necios, palabras sin fondo, mi ahogo es sincero en el mar de mi alma en deshilo. La heridas se van abriendo y yo no encuentro principio ni fin. Todo es demasiado grande, me sobrecoge, me puede, me rompe y me lleva sin más.


Búscame hasta que me encuentres, porque eres lo único que quiero en mi mente, porque tu nunca te fuiste y siempre estuviste presente. Si tu quieres puedes, porque yo... Yo ya no puedo. 


Me entrego al recuerdo, sufriendo si pienso y cansada me espero a que el tiempo lo cure y me lo haga saber. Porque por más que lo intento, no entiendo. Por más que lo siento, por más que me acuerdo y me enredo, sin más de nuevo en silencio me acuerdo de ti.