domingo, 27 de noviembre de 2011

Un poco más para ti.

Cuatro paredes, distinto color. Tres deseos, que me beses, que te dejes besar y que nos besemos. Dos cuerpos, el tuyo contra mio y el mio contra el tuyo. Y un solo sentimiento, querernos.

Estoy sentada, y me esperas. Pero no soy de las que se lanzan a la primera. Te hablo y me hablas. Te hago enfadar, y me encantas. Yo mientras sonrío, tu sin embargo me extrañas. Y entonces te acercas, y me observas muy cerca. Miras mis labios, me quieres besar... profundizo en tu ojos, me dejas pasar. Y entonces con una sola mirada nos entendemos. Esas miradas silenciosas en las que dices sin querer en las que delatas las verdades, y aunque intente parar, sabes que mis ojos nunca mienten.

Me tomas por la cintura, te rodeo con mis brazos. Me dejas de caer suavemente en la pared.
Conviertes su frialdad en tibieza, y la dureza en comodidad. Una, dos, tres, cuatro paredes... por todas me llevas. Todas son nuestras.

Y entonces sucede, mi nariz se roza con la tuya. Jugamos a ver quien puede más. Pero no podemos... me besas, te beso, nos besamos. Me acomodo en tus labios, me relajo en tus brazos.
Y se para el tiempo, desaparece el universo. Ay amor, ¿dónde estoy? ¿dónde estamos?

Te paseas por mi cuello con tu delicadeza propia. Yo apenas me muevo, me bloqueas. Me sigues besando, tu mano acaricia mi costado. Reacciono. Te beso. Más fuerte que nunca, mas suave que nadie. Entonces tu pasividad se convierte en locura. Subimos por las escaleras de los placeres prohibidos, me acomodas en tus sábanas como si fueran mías propias. Y entonces me abrazas sin dejarme escapar, me haces tuya. Y no opongo resistencias, es más quiero serlo.

Y entonces tu veneno se entremezcla con mi cuerpo. Me olvido de todo y de todos. Ahora sólo dos cuerpos, el tuyo contra el mio y el mio contra el tuyo. Mi mano en tu pecho, mi boca en tu cuello, tu mano en mi espalda, tu aliento en mi pecho. Nos sobra todo, el abrigo, las preocupaciones, las dudas y los miedos. Queremos ser uno, un solo cuerpo. Mientras tanto me miras, y recorriendo palmo a palmo los secretos de tu ser. No sabemos donde tenemos las manos ni si quiera donde hemos dejado la cordura. Quizás sea el placer de ser amados nos condujo a la locura. Sí a la locura más buscada y de la que ninguno nos queremos desprender.

Y en ese momento, donde estallan los corazones, donde las mariposas del estómago están más inquietas que nunca, donde convergen dos almas, donde se muerde la locura, donde todo acaba. En ese instante sabes que amas más que nunca.

Vuelve la calma, y me encuentro en tus ojos. Ahora todo está en silencio. Te sientes más relajado que en cualquier otro momento. Suspiro. Observo la belleza más esplendida que mis ojos hayan visto. Dejo de caer mi mano en tu pecho, y me acomodo en tu cuello. Escucho tu corazón, que casi grita sin quererlo. Ahora tu respiración y la mía van al mismo ritmo.

Miro a todos lados, los rayos de sol se fueron con nuestro placeres, ya ha caído la noche y por la ventana apenas entra unos pocos rayos de luz. Esa luz que hace este recuerdo más bello. Que paz mas inmensa, que silencio más ruidoso, que efímero momento.

Notas mi tristeza porque ahora me debo marchar. Lentamente punteas mis costillas, clavas tus dedos en ellas, las acaricias... Y entonces encuentras mi debilidad, y me haces reír. Sí rió a carcajadas, y tu ríes conmigo. Y ríes porque sabes que me haces feliz, y entre cosquilla y cosquilla nuestras miradas se cruzan, paramos el tiempo. Sin decirnos nada sabemos que momentos como este son los que queremos hacer nuestros, momentos donde no nos haga hablar para entendernos y donde la risa cubra todo lo malo.

Y entonces, ese sentimiento, ese único sentimiento que dos personas como nosotros, como tu y como yo podemos tenernos. Y es el querernos, el amarnos por encima de todo.


Déjame poner siempre esas cuatro paredes para que mis tres deseos se cumplan a la vez que unimos nuestro cuerpos, por el simple placer de querernos solo como nosotros sabemos hacerlo.




Ya lo sé.

No estás, no te ves, no te encuentras. Cierras y abres los ojos mil veces, intentando que esa realidad sea menos dolorosa. Te miras, te miras, te miras ... Pero no te ves. De frente, de perfil, de espaldas... te aprietas, te arañas... No te ves, no, no te quieres ver.

Jamás lo haré, piensas... Mentira. Lo haces. Sí, lo haces y lloras... lloras y lo haces.
Y ahora... ¿ahora qué? Podré con ello, sí, claro que podré. Mentira. Nadie puede.
Ahora te ves, pero ya no eres tu. Decepción. Y llega el día, explotas. Lo dices en voz alta. Duele.
Consejos, palabras, desacuerdos, incomprensión. ¿Sabes lo qué es? Pues entonces, cállate.
Te prometo jamás lo volveré hacer. Mentira. Mentira otra vez.

Se rompe todo. El cristal, el silencio, la mentira y la verdad. Se sale la pieza del rompecabezas, se escapa el rayo de sol, se secan las nubes, vuelan las flores, florecen los pájaros, el aire se hace visible. Lo imposible parece posible, pero no deja de ser menos complicado.

Y entonces sucede.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un nuevo despertar.

Despierto, y sin abrir los ojos inspecciono mi alrededor, escucho una respiración tranquila, y ese perfume tan dulce y familiar me hace sentir en el paraíso. Abro los ojos y veo los primeros rayos de luz atravesar las cortinas y dar a la habitación un color especial. Miro a mi lado izquierdo, y ahí esta él, como todas las mañanas... tan perfecto como siempre. Esta despierto y sonríe. Me besa en los labios, un beso cálido y alegre. Se deshace rápidamente de las sábanas y sale de la cama.

Me quedo sola en la habitación, que ahora está vacía sin él. Salgo de la cama de un salto y miro sonriente la última foto que nos hicimos juntos. Abro el armario y cojo rápidamente una camisa azul que me regaló en mi pasado cumpleaños. Me visto rápido, recojo mi pelo de forma improvisada y a toda prisa bajo las escaleras. Te busco en el salón pero ya me esperas en la cocina. Estas de espaldas y te abrazo lo mas fuerte que puedo. Buenos días mi amor. Ya me has preparado el desayuno, tal y como a mi me gusta, como todas las mañanas. Todos los días parecen perfectos al lado de la persona que quieres y todos los desayunos saben mejor si los puedes compartir con él.

Llega la hora de irnos a trabajar, me besas entre risas. Me cuesta trabajo separarme de ti. Pero siento como el día pasa, mientras pienso dónde estarás o qué estarás haciendo. Quizás estés pensando en mi. Cuanto te extraño.

Por fin llego a casa y tu aún no has llegado. Decido esperarte en el sofá. De pronto veo por la ventana aparecer tu coche, y mi estómago se estruja, el corazón late más fuerte. Como al principio de todo, como los primeros días.

Abres la puerta y me buscas por todos lados. Pronuncias mi nombre como jamás nadie lo hace. Me encuentras y salto a tus brazos. Te he echado de menos me susurras al oído. Acaricias mi espalada, besas mi cuello. Te abrazo más fuerte que nunca, te quiero. Nos dejamos llevar por el deseo de la piel, reímos, disfrutamos, nos queremos. Y entonces en el instante más perfecto, cuando nuestros cuerpos pasan a ser uno solo. Despierto. Todo ha sido un sueño. Tú no estás a mi lado al despertarme, ni me esperas para desayunar, no saldremos juntos al trabajo, ni nos veremos al regresar.

Suspiro. Y me doy cuenta de que aunque todo haya sido un sueño, no dejará de ser una realidad. Sí lejana quizás, pero no menos ilusionadora que cualquier otra ilusión. Porque quiero que me cuides y cuidarte yo a ti. Hacer la cena y deshacer la cama juntos. Sentarnos en el sofá, ver películas, leer, reírnos. Discutir y reconciliarnos . Querernos. Amarnos. Me encantaría entrar por la puerta y verte ahí, en el comedor, con miles de besos esperándome. ¿Me abrazas? Dejar pasar el tiempo. Mirarte recién levantado y mientras duermes. Conocer tus gestos. Estar enamorada de ti. Olvidarme de todo. Me haces pasar frío y calor. Sentir pasión y querer más. Desearte a todas horas. Y amar nuestro amor. Esta locura, mi precioso sueño. Sueño. Contigo. Te amo. Soy tuya para siempre, ese siempre que los dos creamos. No me dejes nunca, aunque estemos lejos.

¿Por qué? Porque esto es amor, por cada palabra, por cada beso. Porque me enseñas lo malo y lo bueno, porque nunca me mientes, porque me encuentras cuando estoy perdida, porque me quieres. Por todas las peleas. Por todo aquello que vivimos y que haremos. Por mis ojos cuando miran a los tuyos.Por ese 29 de junio y ese 3 de septiembre. Porque eres tu y soy yo.

Por los escalofríos y silencios. ¿quizás sea demasiado pronto para todo esto? Sí, porque puede mañana todo haya acabado. Porque puedes estar equivocado y me puedo estar equivocando. Porque los sueños no son más que el reflejo de los sentimientos. Y soy feliz, y eso nadie lo cambia. La vida me da razones. Y él es la principal. Por una eternidad lejana. Porque ya no le tengo miedo a nada.

Por ese amor que nos hace ser una sola alma. Sí, por ti y por mí.