domingo, 11 de mayo de 2014

Otros labios.

La noche se hizo dueña de cuanto había a mi alrededor. El tiempo había pasado sin apenas darme cuenta, para mi sorpresa claro. Tenía frente a mi a un chico, de estos que cuando sonríen sin razón ninguna dibuja tu sonrisa. Una sonrisa casi tan perfecta como el cielo estrellado que me acompañó esa noche.

La cena se había terminado, y la botella de vino también. No sabía porque, pero estaba feliz en el calor de otros brazos. Con los ojos cerrados, lo escuchaba hablar, y me gustaba. No sentía prisas, ni la necesidad de mirar el reloj. La brisa era fresca, olía a césped recién cortado, y eso me encanta.

Me tocó admitir entre risas que me alegraba de haber cedido a la invitación, se me notaba en la cara. La música sonaba de fondo mientras que disfrutaba de las aguas frías de una piscina, que en pocos instantes después calentó nuestros corazones. 

No sé en que instante me perdí y abandoné mi ser, o sí, quizás me perdí entre tus labios. Quizás tuviste algo que a otros los faltó, quizás supiste hacerme tuya sin haberme tocado antes. Lo que sí sé es que me vi envuelta en las caricias de unas manos desconocidas que ansiaban mi piel. 

Sentía el agua fría mezclarse con el sudor caliente caer por mi columna, tu manos alrededor de mi cadera y tus labios allí donde alcanzaban a besarme. Por unos minutos abandone esta tierra para alcanzar el más puro paraíso, y juro que me hubiera encantado quedarme allí a vivir.

A la mañana siguiente me desperté entre unas sabanas blancas de una cama que no conocía, desconcertada abrí los ojos, y allí te encontré recostado a mi lado con los ojos abiertos. Nerviosa te pregunté ''¿qué haces ahi?'' Sonreíste y los ojos te brillaron, ''ver lo guapa que estás mientras duermes'' el corazón me dio un vuelco y mi estómago se encogió de pronto. Me gustabas más de lo que pensaba.

El camino de vuelta a mi casa trascurrió en silencio, no era capaz de articular palabra. No sé si fue por lo que esa noche había ocurrido o por lo que aquel domingo de mañana temprana me deparaba. Me despedí con un beso fugaz, y hasta el día de hoy no he sido capaz de saber de ti.

Ojala pudiera contestar las llamadas, los mensajes que día tras día vas dejándome, pero no puedo. No sé si estoy preparada para amar de nuevo, ni si quiero sé si estoy preparada para sustituir aquellos viejos besos, por estos nuevos. 

Lo que sí sé es que desde aquella noche no hago otra cosa que pensar en ti. 

jueves, 8 de mayo de 2014

Donde todo comenzó.

Era una mañana como otra cualquiera, pero distinta a todas las anteriores. Me desperté entre los escasos rayos de luz que por mi ventana podían pasar. El calendario marcaba un bonito Lunes 27 de junio. En el ambiente se podía respirar ilusión, pero sobre todo incertidumbre.

Recuerdo como ya por esas fechas acostumbrábamos hablar cada vez que podíamos, y de ese día solo recuerdo tu ausencia, el nudo en el estómago de saber que te di la invitación al que ese día seria mi paraíso pero al cual no tenia del todo claro si ibas a querer pasar.

Esa mañana trascurrió de forma ajetreada, y de vez en cuando tu nombre aparecía por mi enmarañado pensamiento. No pude comer, y me plante bien pronto en la peluquería. Leía y releía una y otra vez el discurso que ese día tenia que leer, sí, mi graduación. El hecho de hablar delante de tantas personas me aterraba, pero más aun sabiendo que quizás entre una de tantas, estarías tu.

La hora se me hecho encima mas pronto que tarde. Pero estaba lista, lista para cualquier cosa que ese día pudiera depararme, pero sobre todo, lista para ti.

Recuerdo como baje del coche acompañada de mi familia, y entre en el que por esas fechas era mi querido instituto.No paraba de mirar a mi alrededor, de buscarte entre caras conocidas. Quería verte, ansiaba ver tu sonrisa, tus ojos, tenia ganas de ti y de tus labios.

De pronto escuche como mis profesores me reclamaban, era la hora de poner todo en marcha. Y entre instrucciones y halagos de aquellos personas que vieron brillas mis ojos aquel día. Comenzó lo que tanto tiempo llevaba esperando.

Estaba sentada junto a todas aquellas personas que durante cuatro años habían sido mas que compañeros. Mi corazón se debatía entre el orgullo y la nostalgia. Sentada a la izquierda del escenario, en primera fila y en el tercer lugar de ella, junto a todas mis compañeras había algo que no podía quitarme de la cabeza, y ese algo eras tu.

Te buscaba entre el público asistente, y juro que llegue a pensar que no vendrías. Llego la hora de levantarme a leer, me puse frente al micrófono, sin mirar nadas mas que el papel que tenia entre mis manos, comencé a leer calmada y levante la vista cuando al fondo te vi, tan guapo como deslumbrante entonces mi voz se quebró y alguna risita escuche de fondo.

Estabas allí. De pronto toda había acabado, ya solo estábamos por grupo escuchando a los que ya eran antiguos profesores. De repente apareciste tu, me diste dos besos, sin alejar tu boca de mi odio me dijiste bajito ''eres la mas guapa de todas'' y entonces me guiñaste un ojo y te fuiste.

En ese momento lo supe, te quería a ti conmigo, y esa tenia que ser nuestra noche. Era un todo o nada. Era el momento, el lugar, el día que nuestro destino nos quiso juntar por segundo vez, pero en el cual por vez primera pude sentir como no quería que fuera la última ocasión en la que tus labios rozaran los míos.

El resto de la noche supo a besos, a éxtasis, a ganas de más. Supo a locura, a coplillas cantadas al oído, a tu mirada canalla, el resto de la noche supo a ti y ami, a lo que más tarde sería un nosotros.