Y entonces-como ella estaba esperando inconscientemente- apareció en la esquina de su pantalla esa ventanita que le indicaba que él estaba ahí, que ya había llegado. Y entonces un escalofrío inmenso le recorrió todo el cuerpo, se sentía mal, dolorida emocionalmente por algo que había hecho y no era capaz de perdonarse.
África esperaba recibir un saludo de parte de ese chico, pero sabia que no lo merecía. Pero sin sentido alguno, y para su sorpresa, él hizo de tripas corazón y le hablo.
-Holaa! ¿Qué tal? - estaba temblando, no creía lo que veía, como podía hablarle después de lo mal que se había portado con él- ¿Cómo te ha ido el día?
-Bien, un día normal... Y tú, ¿ Cómo estas? - contestó África.
Habían pasado ya varios minutos y la respuesta se demoraba aún, estaba comenzando a ponerse nerviosa.
- ¿Por qué no nos vemos? Quiero que hablemos -respondió el chico, para sorpresa de África- necesito estar contigo.
- Después de todo lo que te he hecho, ¿te planteas aún quedar conmigo? No lo entiendo.
- Lo único que tienes que entender es que te quiero, me encantas, y estoy dispuesto a luchar por ti independientemente de lo que me hayas hecho o no. Te perdono, empecemos de cero.
En ese momento, África se sintió más culpable que nunca por lo que había hecho. Él la había perdonado, la quería y ella sentía como poco a poco el mundo se le iba cayendo encima.
- Aunque tu me perdones yo jamás olvidaré lo que he hecho, las cosas no volverían a salir bien.
-Confía en mi - le respondió inmediatamente el chico- No tengas miedo, pero no dejes que esto acabe, si no lo intentas nunca sabrás hasta donde puedes llegar.
-Busca a otra que sepa quererte como te mereces, yo no soy la persona adecuada. Quizás mañana salgas a la calle, tropieces con alguna chica y plaf como por arte de magia, sea el amor de tu vida.
-Si mañana salgo a la calle y me tropiezo con alguien, quiero que ese alguien seas tu. Quiero que seas la chica de este año, la del que viene y la de todo los que tu quieras ser. Te quiero a ti.
África no creía lo que estaba leyendo, le estaba demostrando el amor que sentía por ella, la quería. Y ella solo podía sentir miedo y culpabilidad.
- Dime que me odias, dímelo una vez aunque no lo sientas, necesito escucharlo para que esto que siento se haga menos irritante.
-Sabes que no puedo decirte eso- el chico se negaba a decir algo así- No es lo que siento.
-Dímelo, por favor.
- Te odio.
-Te quiero- contesto África sin pensarlo- perdóname.