martes, 15 de febrero de 2011

Siempre conmigo...

Cuando todo trascurre a su propio ritmo, cuando las palabras no tienen mayor importancia de la que tu quieras darle, y parece que todo muy poco a poco vuelve a la normalidad, y quizás esa herida se cerro de pronto.

Cuando sientes alegría en tu corazón, y la ilusión vuelve a el lugar donde siempre estuvo, cuando intentas volver a coger carrerilla para dar ese salto, y dejar caer todos los recuerdos, eliminarlos, olvidarlos... Te das cuenta de que quieres caer con ellos, los rescato, intento volver a cogerlos, los quiero conmigo, siempre a mi lado.

Miedo. Esa es la palabra.

Miedo a olvidar lo que siempre quise, miedo a perder lo que queda de nosotros, miedo a borrarte de mi corazón, miedo a sentir que no exististe, miedo a que el se olvide de mi, miedo a soñar y a que sueñes conmigo, miedo, miedo a perderte, pero ya estas perdido, miedo a ser nada, pero nada soy siempre.

Miedo a olvidarte, a dejar de quererte, a no amarte.

Intento escribirme en la piel, lo que fuimos, lo que somos... que todo se mantenga conmigo, que nada se vaya... Y lo mas curioso es que todo esta ahí, conmigo, en el ricon mas valioso de mi absurdo corazón... Manteniendo tu recuerdo vivo...

Se acabo el buscar pedacitos de recuerdos, dejar ese miedo a un lado, quita, para un momento, esta conmigo, el esta conmigo.

Si se quiso enloquecidamente hasta el punto de poner tu vida en ello, entonces, aseguro que ni si quiera el miedo hace olvidar. Porque los recuerdos, los recuerdos siempre se mantienen vivos.

domingo, 13 de febrero de 2011

Poema 15

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto

Pablo Neruda