lunes, 3 de noviembre de 2014

Siguiente capítulo.

Al borde del precipicio, sintiendo que si daba solo un paso más probablemente caería al vacío. Esa sensación que tantas veces tuve, pero que justo en ese instante no me dio miedo. Y no es que solo diera un paso, si no que me lance de bruces al vacío más liberador que jamás he podido experimentar.

Sí, fue justo en ese momento que nuestros labios volvieron a rozarse después de muchas madrugadas de distancia.

Esa misma mañana apareciste agarrado del brazo de ella, y por vez primera tuve que enfrentarme a el pasado que me unía a ti, cuando te tuve delante, cuando sentí tu perfume al rozar tus mejillas, al oír tu voz, al tenerte frente a frente... sentí que jamás te habías ido. Mi corazón sonreía aturdido por aquel sentimiento conocido y desconocido a la vez.

Nuestro pueblo, sus calles, la noche, el destino, la suerte y quizás las ganas también hicieron que esa noche volviéramos a unirnos. Quizás en alma, quizás en cuerpo o probablemente quizás en ambas también.

Al recorrer de tu lado el camino que tantas veces hicimos sentí que ni el tiempo, ni el dolor, ni la distancia nos habían separado. Solo parecía eso, una noche más de todas aquellas que fueron nuestras. Me vi frente a tu portal cruzando el umbral de la locura, sabiendo que si subía aquel escalón me entregaba a aquello que el destino nos tuviera preparado para esa noche.

Intentaba recomponerme, deshacer el nudo de mi estómago, calmar mi corazón... pero de repente estábamos ahí, en aquella casa que olía a risas, a gente humilde, a familia, a mil historias, a nuestra historia que fuimos escribiendo en sus paredes. Sí en esas rosas, en las verdes, en sus cristales, en cada esquina un recuerdo, en cada habitación una vida. Y quería volver, volver aquellos días.

Sentados en el sofá  donde compartí sonrisas, comidas, películas, besos, abrazos amigos, charlas interminables, sí ese sofá azul, el sofá de las verdades, el de la inocencia, no es uno cualquiera, es el vuestro, el suyo, el que alguna vez también fue mio y esa noche volvió a ser nuestro.

Porque allí entre tus brazos, sentí, sentimos que no había pasado ni un solo día... y me acurruque en tu pecho y volvía a escuchar mi melodía favorita, la que marca a compás tu corazón. Y en ese instante me dio todo igual, el pasado y el dolor... solo quería que fuéramos felices allí donde siempre lo fuimos.

Al cruzar aquel pasillo, al rozar tus sábanas sentí como ya no había marcha atrás. Y allí donde dos puntos convergen, donde siempre... volví a sentir tu piel, te volví a sentir... tus manos y las mías se enredaron. Y al principio ninguno queríamos abrir los ojos, porque sabíamos que es mucho mejor sentir desde dentro.

Y paso la noche, y hubo besos, abrazos, miradas, caricias... no sé si amor, no sé si pasión pero si un nosotros. Sentir que eras tu y no otro cuando en sueños dormido susurrabas. Volvimos a dormir en aquella estrecha cama, y me buscaste de madrugada para acurrucarme en tu pecho, no sé si por compasión, por pena o por deseo. Lo que sí sé es que me podría quedar ahí a vivir.

Y a la luz de alba, escuche los sonidos de nuestras noches compartidas, el de bares que abrían sus puertas, el de voces en las calles donde tu has crecido, el olor a café, el frío de tu habitación que se pega a las huesos y hacen que nuestros cuerpos sean el mejor abrigo. Todo lo que ya había olvidado, pero miles de noches he vivido.

El reloj marcó la despedida, y tras ella... tras aquel ultimo beso sentí como nuestros corazones habían cerrado algunas heridas, escuche ese clic, el que indica que algo se ha puesto en marcha. Quizás sumiéndonos en el anhelo, la nostalgia o las ganas esa noche despertamos los fantasmas del amor, del nuestro.

Quizás por eso tenga esta sensación, que me ha dicho bajito que camine despacio y lento porque camino hacia mi sueño. No sé si serás tú, y tampoco quiero saberlo. Pero no me arrepiento de cada segundo vivido a tu lado, puesto que sea por el motivo que sea, no ha sido en vano.

A ti mi incansable compañero, hemos comprobado que ni la distancia, ni el tiempo son suficiente excusas para dejar de buscarnos. Y por eso ahora entiendo que a veces es necesario perderse para poder encontrarnos.

No le buscare un final acorde a este escrito, puesto que relata un poco más de nuestra historia, que a día de hoy y después de muchos puntos suspensivos, vueltas de página, puntos y apartes aún no ha encontrado un final. ¿Y por qué dárselo?

jueves, 28 de agosto de 2014

Del pasado, al futuro más presente.

Después de muchos meses, demasiados quizá, me siento más yo que nunca. Si miro atrás me doy cuenta de cuanto han cambiado las cosas, de cuanto he cambiado, de como el tiempo, el destino o la suerte han ido poniendo en mi vida cada cosa en su lugar.

Quizás he vivido durante muchos meses en la más absoluta incoherencia, sin saber a donde ir, a quien mirar, lo que realmente quería y lo que no deseaba vivir jamás. A lo mejor el culpable de todo esto fuiste tú, no sé, puede que realmente la culpa fuera solo mía. Ya no me dueles, pero es imposible no hablar del pasado sin mencionarte a ti, porque lo eras todo.

Supongo que la vida cambia cuando se desvanece todo lo que tenias preparado para tus próximos años de vida. Y al principio sí, es verdad, me sumergí en ese miedo traicionero de no querer vivir. Ay que equivocada estaba cuando pensaba que la vida se acababa ahí. Por eso ahora, pensándolo mejor, sí, la mayor culpable fui yo.

Por creer que no había vida sin ti, que no existía futuro que no fueras tu. Culpable por creer que las cosas pasarían tal y como lo teníamos planeado, porque al fin y al cabo quién sabe lo que nos depara la vida. Culpable también por vivir a través de tu vida, siguiendo tus pasos y no los míos, culpable por obligarme a seguir tu camino por el miedo de no querer entender que aunque estuviéramos hecho el uno para el otro, nuestras vidas tenían un destino diferente. Es jodido, pero a veces pasa.

Y eso es lo mejor, no saber que estar por llegar. Ahora vivo con la constante sonrisa. Porque siento que mi vida es el desorden más ordenado que he vivido jamás. Porque todo está en su sitio, porque han vuelto a mi vida personas que realmente necesitaba, y no, no he vuelto al pasado. Pero si vivo un presente mucho más a mi medida.

Y lo mas gratificante de todo es escoger un estilo de vida que hace feliz a lo demás, una forma de vivir que hace que los demás sean felices, sí, una felicidad contagiosa. Una felicidad que roza la locura, pero es la locura lo que me hace sonreír.

No quiero mirar hacia detrás, porque aunque me he estado meses torturándome con el pasado convirtiéndolo en presente día tras día. Ahora no veo más futuro que el hoy, y mañana que el destino, la suerte o la misma vida decida.

Cuando llenas tu vida de cosas positivas, todo lo que quede por llegar positivo será. Aunque algunas cosas duelan al principio hay que encontrar el equilibrio en aprender del dolor y no en vivir de la infelicidad.






lunes, 14 de julio de 2014

Quiero quererte.

Te quiero pero si me llegas a querer,
quiero que me quieras y te quedes.
No me quieras si te vas a ir.
Quererte aunque no me quieras
duele menos.
No quiero sufrir eso de tenerte
y acostumbrarme a ti
para después estar días medicándome
con mi soledad.

domingo, 13 de julio de 2014

Adelante.

Me despierto en una habitación poco familiar. Abro los ojos y los cierro intento aclarar mi enmarañado pensamiento. Creo que aún tengo fiebre. A mi alrededor paredes repletas de posters poco conocidos para mi. ¿donde estás? 

Tras creo que varios minutos consigo abrir los ojos, busco a prisa mi móvil. Vaya que tarde es, casi la hora de comer. Justo al lado de mi móvil encuentro una nota, creo que es la primera vez que veo su caligrafía, es preciosa. ''Buenos días bella durmiente, he salido hacer la compra. No te escapes, llegaré pronto.'' Y sin estar presente, ya me has hecho sonreír. 

Salgo de la habitación y camino por una casa que no es la mía, sus padres están fuera de vacaciones así que todo es mas tranquilo. Las paredes no son demasiado escandalosas, y todo esta en perfecta armonía. No hay demasiadas fotos, pero encuentro una suya que me hace reír a carcajadas. 

De repente escucho como alguien entra por la puerta y sin darme tiempo a girarme grita ''¿qué tal se encuentra la enfermita hoy?'' y pone una preciosa rosa blanca a la altura de mi nariz. Está loco, pero me encanta. Me coge en brazos me lleva al sofá y comienza hacerme cosquillas hasta que lloro de la risa ''así, así es como me gusta verte'' dices mirándome con esos ojos azules.

Porque tu eres así, eres igual de trasparente que tus ojos. Y tienes tanta fuerza, tanta energía que inundas a cualquiera. Aunque tengo que admitir que a veces me agotas, contigo las siestas no valen. Siempre acabas convirtiendo todo en una apuesta totalmente absurda pero que a ti te hace darle mas sentido a la vida. Eres tan real.

Mientras comemos no paras de hablar, de saltar de un lado para otro, de hacer planes que deshaces a las 5 minutos. Y yo tranquila te observo desde el otro lado del sofá. No me dejas hacer nada, me consientes, me proteges y me mimas, me pregunto cuanto más durará esto. 

Las horas trascurren así, sin complicaciones. Contigo todo es demasiado fácil, no tengo que preocuparme por nada, todo fluye sin mas. Y al igual que las horas pasan los días también. Tres días de lo mas perfectos, lleno de risas, de duchas en la madrugada, de lunas preciosas, días llenos de tu historia y de la mía. De ansias y de ganas por saber que somos, de miedos a no ponerle un nombre y de ilusiones por saber que no nos hace falta porque solo nos preocupa seguir adelante.

Y ahora estoy aquí sentada al borde de tu cama viéndote dormir, y aunque al principio la idea de estos tres días no me gustará, ahora solo quiero encontrar la forma para no irme de aquí. Me has devuelto la vida, las ganas, la ilusión... me haces sonreír.

Gracias rubio, por aparecer en mi vida y llenarla de azul.



miércoles, 18 de junio de 2014

Incoherencia.

Hace ya... bueno hace tiempo que te fuiste. Hoy te pienso y te siento de una manera tan extraña. A veces siento que nunca estuviste en mi vida, que fuiste uno más de todos mis sueños. Entonces me miro a las manos y siento las tuyas. Entonces cierro los ojos y escucho tu risa. Y es que esa risa no puede ser soñada, porque cuando reías era el sonido mas vivo y real que jamas podía oír.

Sabes... creo que ya no estoy enamorada de ti, es más creo que mi amor se ha consumido. Es irónico pero todo este tiempo lo único que me ha mantenido con vida era ese amor tan absurdo e insignificante que sentía por ti. Un amor no correspondido, un amor roto a pedazos, un amor desgastado, consumido, traicionado... pero el amor más verdadero que mi corazón pueda llegar a sentir.

Y resultará extraño pero vivía enamorada de nosotros, vivía de nuestros recuerdos, de nuestras risas... Y ahora, ahora solo siento miedo a olvidarlo. Miedo a cerrar los ojos y no poder ver los tuyos, miedo a no recordar tu olor, miedo a olvidarte... Porque parte de mi sigue en ti, y es como si olvidándome de ti, yo dejara de ser yo. O al menos un yo un poco menos sin ti.

Sé que jamás podrás llegar a comprenderlo, sé que mi corazón era demasiado grande para ti. Pero me daba igual sabes... me daba igual cuantas veces me hicieras daño. Ignoraba cada vez que rompías mi corazón porque tu imperfección resultaba ser perfecta para mi. Porque te quería sin más, te quería a ti, tan desastre, tan orgulloso y tan doloroso como siempre.

Y es que tu querido compañero me rompiste en mil pedazos una y otra vez, sin darte cuenta que aunque tu por mi no morías, a mi me matabas cada vez. Porque eso es el amor ¿no? Morir amando, y matar por el. Y bien saben todos cariño, que yo por ti paraba el mundo, me arrancaba la piel y hacia de tu boca mi propia religión.

Es una pena que tu, con tus impulsos de hombre cobarde acabaras con este amor de aquella forma tan cutre y desentonada. Pero al fin y al cabo tu eras eso, la nota que nunca encajaba en mi melodía. La culpa fue mía por intentar afinar tu corazón, y es que se me olvidaba que los instrumentos cuando no se utilizan comienzan a desafinar.

Pero esto entre tu y yo, aunque te fueras de tono, eras mi melodía favorita. Eras como estas canciones que al principio chirrían, pero luego no puedes dejar de escuchar una y otra vez.

Y con esto no te digo ni que te quiera, ni que te odie. Simplemente que estas dejando de dolerme, y aunque ese hecho me asuste, sé que siempre habrá algo que me recuerde a ti. Y créeme a mi me da igual que hayas dejado de pensar en mi, me da igual que dejaras de quererme y que sea otra la que caliente tu piel.

Porque lo que tu y yo vivimos, entre nosotros quedará, y aunque por momentos con mi vida pedazos hicieras, para ti la palabra perdón siempre estará. Porque supongo que por muy jodido que fueras, eres de esas personas que te cambian sin más, y aunque orgullosa viva y muera, contigo el orgullo siempre tiene final. Orgullo con el que siempre diré que parte de mi vida formaste, porque aunque a base de llantos lo hicieras, tu a mi... Tu a mi me has hecho mujer.




domingo, 11 de mayo de 2014

Otros labios.

La noche se hizo dueña de cuanto había a mi alrededor. El tiempo había pasado sin apenas darme cuenta, para mi sorpresa claro. Tenía frente a mi a un chico, de estos que cuando sonríen sin razón ninguna dibuja tu sonrisa. Una sonrisa casi tan perfecta como el cielo estrellado que me acompañó esa noche.

La cena se había terminado, y la botella de vino también. No sabía porque, pero estaba feliz en el calor de otros brazos. Con los ojos cerrados, lo escuchaba hablar, y me gustaba. No sentía prisas, ni la necesidad de mirar el reloj. La brisa era fresca, olía a césped recién cortado, y eso me encanta.

Me tocó admitir entre risas que me alegraba de haber cedido a la invitación, se me notaba en la cara. La música sonaba de fondo mientras que disfrutaba de las aguas frías de una piscina, que en pocos instantes después calentó nuestros corazones. 

No sé en que instante me perdí y abandoné mi ser, o sí, quizás me perdí entre tus labios. Quizás tuviste algo que a otros los faltó, quizás supiste hacerme tuya sin haberme tocado antes. Lo que sí sé es que me vi envuelta en las caricias de unas manos desconocidas que ansiaban mi piel. 

Sentía el agua fría mezclarse con el sudor caliente caer por mi columna, tu manos alrededor de mi cadera y tus labios allí donde alcanzaban a besarme. Por unos minutos abandone esta tierra para alcanzar el más puro paraíso, y juro que me hubiera encantado quedarme allí a vivir.

A la mañana siguiente me desperté entre unas sabanas blancas de una cama que no conocía, desconcertada abrí los ojos, y allí te encontré recostado a mi lado con los ojos abiertos. Nerviosa te pregunté ''¿qué haces ahi?'' Sonreíste y los ojos te brillaron, ''ver lo guapa que estás mientras duermes'' el corazón me dio un vuelco y mi estómago se encogió de pronto. Me gustabas más de lo que pensaba.

El camino de vuelta a mi casa trascurrió en silencio, no era capaz de articular palabra. No sé si fue por lo que esa noche había ocurrido o por lo que aquel domingo de mañana temprana me deparaba. Me despedí con un beso fugaz, y hasta el día de hoy no he sido capaz de saber de ti.

Ojala pudiera contestar las llamadas, los mensajes que día tras día vas dejándome, pero no puedo. No sé si estoy preparada para amar de nuevo, ni si quiero sé si estoy preparada para sustituir aquellos viejos besos, por estos nuevos. 

Lo que sí sé es que desde aquella noche no hago otra cosa que pensar en ti. 

jueves, 8 de mayo de 2014

Donde todo comenzó.

Era una mañana como otra cualquiera, pero distinta a todas las anteriores. Me desperté entre los escasos rayos de luz que por mi ventana podían pasar. El calendario marcaba un bonito Lunes 27 de junio. En el ambiente se podía respirar ilusión, pero sobre todo incertidumbre.

Recuerdo como ya por esas fechas acostumbrábamos hablar cada vez que podíamos, y de ese día solo recuerdo tu ausencia, el nudo en el estómago de saber que te di la invitación al que ese día seria mi paraíso pero al cual no tenia del todo claro si ibas a querer pasar.

Esa mañana trascurrió de forma ajetreada, y de vez en cuando tu nombre aparecía por mi enmarañado pensamiento. No pude comer, y me plante bien pronto en la peluquería. Leía y releía una y otra vez el discurso que ese día tenia que leer, sí, mi graduación. El hecho de hablar delante de tantas personas me aterraba, pero más aun sabiendo que quizás entre una de tantas, estarías tu.

La hora se me hecho encima mas pronto que tarde. Pero estaba lista, lista para cualquier cosa que ese día pudiera depararme, pero sobre todo, lista para ti.

Recuerdo como baje del coche acompañada de mi familia, y entre en el que por esas fechas era mi querido instituto.No paraba de mirar a mi alrededor, de buscarte entre caras conocidas. Quería verte, ansiaba ver tu sonrisa, tus ojos, tenia ganas de ti y de tus labios.

De pronto escuche como mis profesores me reclamaban, era la hora de poner todo en marcha. Y entre instrucciones y halagos de aquellos personas que vieron brillas mis ojos aquel día. Comenzó lo que tanto tiempo llevaba esperando.

Estaba sentada junto a todas aquellas personas que durante cuatro años habían sido mas que compañeros. Mi corazón se debatía entre el orgullo y la nostalgia. Sentada a la izquierda del escenario, en primera fila y en el tercer lugar de ella, junto a todas mis compañeras había algo que no podía quitarme de la cabeza, y ese algo eras tu.

Te buscaba entre el público asistente, y juro que llegue a pensar que no vendrías. Llego la hora de levantarme a leer, me puse frente al micrófono, sin mirar nadas mas que el papel que tenia entre mis manos, comencé a leer calmada y levante la vista cuando al fondo te vi, tan guapo como deslumbrante entonces mi voz se quebró y alguna risita escuche de fondo.

Estabas allí. De pronto toda había acabado, ya solo estábamos por grupo escuchando a los que ya eran antiguos profesores. De repente apareciste tu, me diste dos besos, sin alejar tu boca de mi odio me dijiste bajito ''eres la mas guapa de todas'' y entonces me guiñaste un ojo y te fuiste.

En ese momento lo supe, te quería a ti conmigo, y esa tenia que ser nuestra noche. Era un todo o nada. Era el momento, el lugar, el día que nuestro destino nos quiso juntar por segundo vez, pero en el cual por vez primera pude sentir como no quería que fuera la última ocasión en la que tus labios rozaran los míos.

El resto de la noche supo a besos, a éxtasis, a ganas de más. Supo a locura, a coplillas cantadas al oído, a tu mirada canalla, el resto de la noche supo a ti y ami, a lo que más tarde sería un nosotros.






jueves, 24 de abril de 2014

Fuimos.

Lo nuestro era una de esas historias que casi nadie vive, pero que todo el mundo cuenta.
Una de esas que te dejan el corazón blandito y las manos frías,
con todo ese remolino de cosas que hacen que te muerdas las uñas
y cantes todas esas canciones que dices que odias.
Nuestra historia era una de esas historias infinitas, sí,
de las que siempre aparece un ''continuará'' al final de la escena
y parece que no hay sitio,
(o que no queremos que lo haya),
para poner el punto

y aparte.
De esas que te dejan con los labios cortados
y la nariz rojita aunque este a 40 grados en pleno agosto.
Nuestra historia era una de esas basadas
en conversaciones con los ojos,
en peleas sin sentido
y en días echándonos de menos así por que sí.
Una de esas historias donde el orgullo se cree que manda
pero luego siempre aparecían las ganas de ti y de mí.
Las ganas de nosotros.
De las que no necesitas contársela a nadie
porque sabes que no la entenderían
y eso hace que te guste
más aún.

Una de esas historias donde la casualidad nos junta
donde menos nos lo esperábamos
y cuando más lo llevábamos esperando.
Donde me daban igual los demás abrazos
porque ninguno era capaz de calentarme los huesos
tanto como eran capaces los tuyos.

Una historia de esas con finales tristes,
con sus reencuentros y sus despedidas
y las dudas de no saber si se acabo para siempre



o sólo fue un párrafo más.

Te quise tanto.

Se paró el reloj, paraste mi vida. Te fuiste sin decir adiós, sin un beso de despedida, de esos que saben a olvidar pero te marcan toda una vida.

De un día para otra ya no estabas. Ya no podía contarte como me había ido el día, ya no podía escuchar tu risa, tus pequeñas broncas. Ya sabia que jamas volvería a escuchar tu corazón latir acurrucada en ti. En tus brazos, los que fueron mi mejor refugio en esas noches de invierno.

Ahora ya no queda nada de nosotros, todo se evaporo. Ya volaron las palabras, las promesas, los sueños... todo ha desaparecido. Me partiste el alma, me secaste por dentro hasta apagar mi mirada, mi sonrisa, mi luz. Desconcertada pasaba las noches en vela anhelando tu compañía, y es que a ti querido compañero, por más veces que me rompieras el corazón, ni una sola conseguirías que llegara a odiarte.

A ti te perdoné lo imperdonable, a ti te conté secretos de viejos tormentos. Te amaba tanto que tu me hacías daño y luego era yo la que te consolaba. Por ti dí lo que nunca había dado por nadie, por ti me fallé a mi por no fallarte a ti, por ti me arriesgue a volverme a enamorar, por ti lo di todo hasta el final. Y sabes qué, no me arrepiento de nada.

Ahora que ha pasado el tiempo, me doy cuenta que lo tuvimos todo, siendo nada, y lo perdimos todo intentando ser algo. Ya no queda odio, ni reproches. Ni si quiera perderé el tiempo en decirte cual fue tu mayor error. Aunque es difícil ver como alguien que alguna vez estuvo tan cerca de ti, puede llegar a ser un total extraño. Porque así te siento, aunque conozca tu ser mejor que tu mismo. Quizás sea por los largos meses que nos separan, por la incomprensión, o quizás sea el olvido que comienza hacer su hueco.

Toda mi vida era para ti, estaba dispuesta a todo, solo quería cerrar los ojos y construir nuestro futuro. Solo quería que fueras feliz, y ahora, aunque ya no estés conmigo, aunque ya no sea yo el motivo de tu sonrisa, quiero que seas feliz. Por todo lo que has luchado, por lo que eres y por lo que puedes llegar a ser.

A ti, mi querido compañero del pasado, le guardaré siempre un rinconcito dentro de mi corazón. Sin rencores, sin excusas, desde el corazón y sentimiento más sincero. Guarda cada error que cometimos juntos, y que te sirvan de lección para toda una vida.

Suerte, sé feliz.




martes, 1 de abril de 2014

Cambiando.

Los días pasan, y se van llevando los restos de tristeza. Cuando suena el despertador por la mañana, abro los ojos miro todo lo bueno que tengo, sonrío, y doy las gracias. Quizás últimamente no haga otra cosa que eso, dar las gracias, a todos y por todo. A mi familia por quererme, a mis amigos por soportarme en mis peores días, a mi armario por tener tanto fondo, al sol por salir en mis mañanas más nubladas, a el chico que me atiende en la cafetería, a la señora de la tienda de ropa, a mi querida abuela por cuidarme desde el cielo. Así todo es más fácil, sonreír y dar las gracias, algo tan sencillo y que muy poca gente hace. Yo antes no lo hacia.

Cuando paso frente al espejo y miro mis ojos, casi no me lo creo, pero brillan. Brillan de ilusión, no porque estén mojados. Y entonces sonrío y otra vez doy las gracias, a quien sea, a lo que sea, pero gracias por devolverme la ilusión.

Mi corazón, o quizás mi cuerpo entero, dio la vuelta como un calcetín. Desde que sé que la mejor opción para ser feliz, es sentirte bien. Es un constante sube y baja de sorpresas. A veces me da miedo, las sorpresas siempre me dan miedo, pero aún así me encantan. Porque no sé lo que viene después, porque vivo con la ilusión de qué pasará mañana.

Y no, no voy a negarlo. Tengo días malos, horribles quizás... y no, claro que no me he olvido, ni creo que lo haga en un tiempo. Pero sí me he superado, soy fuerte, me enfrento a cada día con la mejor de mis sonrisas. No voy a vivir estancada en el recuerdo de lo que nunca más será. Voy a salir a la calle, voy a pisar bien fuerte este mundo, para que todos se enteren de que estoy aquí. Porque no, no me he rendido.

Abril, sé que me vas a traer tantas cosas buenas como yo alcance a imaginar. Estoy totalmente dispuesta a recibir. Sé que esta nueva aventura solo acaba de empezar. Y sé que a la vuelta de la esquina, en la próxima parada, muchas cosas buenas esperan para recibirme. Y es que las cosas comienzan a encajar con perfección absoluta cuando estamos concentrados en lo que queremos.

Y a ti querido lector, si es que algún día alguien llega a parar a esta entrada, si alguien me está leyendo. Se feliz, no por nadie ni con nadie. Sé feliz tú mismo y entonces todo, comenzará a cambiar.

lunes, 3 de marzo de 2014

Para ti, de mi.

Al despertar esta mañana tenia la hermosa sensación de encontrarte a mi lado, podía olerte, sentirte respirar, tu calor al otro lado del colchón. Al abrir los ojos me tope de bruces con la maldita realidad, con la que me parte en mil pedazos, sabiendo que esa sensación no había sido más que un sueño. Igual que casi todas las noches pasadas, en las que solo puedo oírte, besarte, tocarte... entre fantasías de ensueño. Porque ya no eres mi realidad, te fuiste de ella.

Me sigo despertando cada mañana esperando tu mensaje de buenos días, revivo esa terrible sensación cada día, sin que ningún día pase.

Hoy después de 30 meses, es el primero en el que mis palabras no te van a llegar. El primero en el que no te tengo, no puedo decirte te quiero, ni lo feliz que me haces aún estando lejos. Te echo de menos.

No sé cuándo ni por qué se acabo nuestro amor, ni si quiera sé donde guardar cada recuerdo, cada ilusión, cada plan de futuro compartido contigo, y es que ahora mi alma siente que el futuro no existe si no estás tú.
Quizás como dice esa canción, se nos rompió el amor de tanto usarlo... Pero estás tan dentro de mi, que no sé como sacarte.

Todo me recuerda a ti. Al despertar pienso si tú estarás pensando en mi. Cada rincón de mi habitación me recuerda ti. Me enfadaba ver las llaves encima del escritorio, que dejaras el abrigo en la silla, que te metieras en la cama con ropa nueva, que me quitaras la manta, que me abrazaras mientras me vestía dentro del vestidor, y que nunca me dejaras que terminara de ponerme la ropa. Me enfadaba porque me volvías loca, y me hacías amarte en cada enfado, porque nunca podía odiarte. Porque en el fondo me encantaba que dejaras las llaves encima de la mesa, pero si no te echaba la bronca, me perdía esa sonrisa que ponías mientras pensabas ''son sus manías''.

Puedo sentir el olor de tu cabello, el tacto entre mis manos, las caricias en tu espalda, cada beso, cada abrazo, cada sonrisa. Te me has pegado a la piel, tanto que ni a jirones consigo sacarte de mi. Y entonces me pregunto por qué te has tenido que ir tú también. Eras mi fuerza y motor, mi pasado, mi presente y mi futuro, eras todo a lo que aspiraba en la vida, eras mis sueños, mis ganas, mis ilusiones, mi niño pequeño, mi amigo y compañero, eras mi vida.

Dónde guardo las promesas, los te quiero, los sueños, los planes, el amor, los besos, las ganas de luchar, tus palabras de ''nosotros sí podemos'', ¿donde guardo todo eso? No encuentro, cajas, ni cajones, ni un mundo lo suficientemente grande como para guardar el amor que queda en mi.

Sé que no leerás esto, que posiblemente nadie lo lea, pero se lo estoy diciendo al mundo entero. Eres mi noche y mi día, y cuando no estás no existe nada, solo el vacío inmenso que queda en mi. Te regalo un te quiero multiplicado por treinta y uno, para que ningún día del mes te falten.

Para ti, el infinito si, de mi el contaste sí podemos.


De mi puño y letra, firmado con tu amor.



lunes, 24 de febrero de 2014

No me enseñaste a decir adiós...

Te extraño, te olvido y te amo de nuevo.


jueves, 13 de febrero de 2014

El amor es complicado...

El amor es complicado, sobre todo el nuestro. Ni si quiera me quedan fuerzas para escribir. Ya todo se ha vuelto del revés, y por más que mi alma siga bebiendo los viento por ti... hay algo en mi que no funciona.

Ya no me sale decirte te quiero, ya no me quedan aliento para dedicarte palabras de amor, ya no te siento conmigo. Solo siento ese vacío inmenso que nos separa, esa letanía que se hace tan horrible y que se clava cada vez más en mi alma.

La pregunta constante, la ausente respuesta, la inquietud envuelta en cada segundo de los largos días que nos reparan. La razón de esta sinrazón que me trae desalentada... donde todo vale nada, y la nada es nuestra ley.

Quisiera creer que todo esto no más que una nube de vaho que cubre la realidad, igual que cuando nos veíamos borrosos en el espejo después de darnos un baño de agua caliente. Cuando entraba el aire frío, el espesor desaparecía y tu sonrisa y la mía iluminaban nuestro espejo. Espejo en el cual me gustaba mirarnos, espejo en el cual ya nuestros besos no se reflejan.

Me faltas siempre, cada mañana que amanezco sintiendo que un día más separa nuestros cuerpos. Me falta esperarte llegar en el sofá de tu casa, me falta hacerte tu cena favorita, me falta dormir en tu pecho cada noche de sábado. Me falta el olor de tu perfume pegado a mi cuerpo, tus manos, tus ojos, tu boca, tu piel. Los besos, los abrazos, las lágrimas, las sonrisas... Me faltas tú, y nadie más.

Abatida se encuentra mi alma y todo mi ser. Sin fuerzas, sin ganas, sin nada que decir, ni sentir, ni creer. Y quizás en ese instante donde sientes que todo se acaba, el segundero se para. Y me pregunto ¿por qué? Por qué sentir esta ausencia, la constante soledad, el desaliento, la falta de entendimiento, el dolor, la agonía y quebrarse el alma en mil pedazos que intento recoger todos los días.

Pues porque como decía al principio el amor es complicado, sobre todo el nuestro. Pero no deja de ser el amor más puro y verdadero que jamás mi alma sentirá, porque no conoceré hombre que me llene más que tu con solo un beso. Porque el amor es complicado, solo cuando realmente vale la pena. Y es complicado porque es hermoso, y las cosas hermosas son para siempre y no buscan llamar la atención.

Nuestro amor es complicado porque vale la pena sentirlo, vivirlo y amarlo como lo hacemos nosotros. Porque a veces lo que vale la pena es complicado, pero eso no significa que sea imposible. Y por ti siempre me quedara ese infinito último aliento, que nunca se acaba, que siempre revive. Porque te quiero, y contra eso ni si quiera las cosas difíciles pueden hacer nada.