domingo, 18 de marzo de 2012

Sin más misterios que tu.


En el momento de tomar decisiones, siempre se barajan distintas posibilidades... ¿verdad? La que quieres y te favorecen, aunque haya otras que no quieras y aún así te favorezcan, las que tomas precipitadamente y te equivocas, y las que a pesar de todo nunca llegarás a tomar y te equivocas por no haberte querido equivocar.

Pues aquel día hace seis meses y poco, a mi me sobraban todas. Era hora de intentarlo o simplemente quedarnos en el intento. No lo dude ni un segundo, lo supe de corazón.  Siento un escalofrío cuando doy marcha atrás -como si de una película se tratase- y examino cada nítido recuerdo desde aquel 3 de septiembre.

Mi vida meses antes de esa fecha no tenia rumbo, no era clara, carecía de sentido y sensibilidad alguna. Mi corazón eran restos de lo que puedo llamar mi amor primero y mi razón apenas era capaz de comprenderlo. Nunca he sido de ir pregonando mis virtudes por ahí, es más, nunca lo hice. Pero si había algo de lo que estaba completamente segura era de mi madurez y coherencia -que en parten nacían de los chascos-  y en los momentos menos esperados salían a la luz haciendo callar bocas en más de una ocasión. Pues por esas fechas, desaparecieron, y fui lo que he sido siempre, una más.  Hice cosas que jamás y repito, jamás, pensé que llegaría hacer. Cambie, no era yo. Era fruto de mi desengaño, del despecho y de la ira. Y pase de ser la que solía callar bocas, a la que mejor debía callar.

Y entonces cuando más perdida estaba, aparecieron los ojos más profundos y a la vez trasparentes que jamás he conocido. Desplegabas tus encantos levantando más de una pasión entre los presente, y a mi, me enloqueciste. Me dedicabas desde lejos esas sonrisas tan tuyas, si tan canallas, que me iban enganchando a tus prohibidos encantos. Una de cal y otra de arena, un poco de alegría y algo de penas. Te hacías el tonto, cuando la única tonta era yo creyéndome que lo eras. Y noche a noche deseaba que fueran tus labios los que rozaran los míos de nuevo otra vez.

Después de todo llego aquel 3 de septiembre siendo el principio de lo que ha cambiado el resto de tu vida y de la mía, haciendo que ahora solo haya una, y sea la nuestra. Han pasado ya seis meses y yo ahora no imagino el levantarme mañana y no tenerte en mi vida, me angustia de tal forma que si así ocurriese acabaría a golpes contra la pared.

Cuando llegan esos días malos fruto de la más inocente distancia, me pregunto sí debería de cambiar aquella decisión, aquel sí por este ya no puedo. Y sé que no, que en aquella primero ocasión fuiste un error, pero yo te he convertido en acierto. No cambio por nada cada noche en la que verte dormir es lo que más me gusta, adornado la habitación con tu respiración en mi cuello. Noches en las que me despiertas con tu locura durmiendo, y noches que no lo serían sin unir nuestros cuerpos.

Divino tu pelo, tus ojos, tus labios, tu cuello, tu espalda y tu encanto. Divinos placeres que das a mi vida, divina la vida que nos estamos dando.

He dicho antes que hice cosas que jamás pensé que haría, y mira tu que suerte, tu fuiste ese jamás, que con el tiempo se ha convertido en para siempre. Haciendo balance de nuestros días pasado, de los buenos saco el amor, dándome cuenta que lo malo nace por el simple hecho de amarnos. Por eso siendo bueno o malo a mi no me importa, yo te sigo adorando.

Serán mil las cenas que podremos compartir, miles los ramos de flores que podrás hacer llegar a mi casa, imborrables las ocasiones en las que escuchare orgullosa tus cantos, muchos los templados baños que nos daremos juntos, incontables las tardes que pasaremos amándonos... Pero todo eso no tendría sentido si no saliera de ti, porque esta que te escribe no quiere más hombre en su vida, que el que ya hay.

Por eso ahora sé que aquella decisión, ha sido la que me cambio mi vida, siendo tu el que marcaste la diferencia. Señalando el antes y el después.

Esto no tiene comparación con tus versos, ni es mi intención. Solo quería dejarte más de mi, y hacerte saber un poco más de nosotros. Y es que tu has conseguido que yo, sea capaz de decir sin que me tiemblen las piernas, que estoy enamorada, sí, perdida e irremediablemente enamorada de ti.


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