domingo, 25 de marzo de 2012

Por querer quererme.


De repente como si de un huracán se tratase, te volviste del revés y desapareciste en un instante. Te mire y no te encontraba, tus ojos se volvieron negros de pura rabia, y en tus venas de tibia sangre el corazón te las convirtió en fuego.

Me sentía vencida caminando de tu lado tu detrás y yo delante, como dos extraños, como si de nadie se tratase, como si yo pudiera caminar sin ti y tu sin mi. Llegamos a nuestra puerta en la que los besos nunca faltaron, pero cruzamos por ella sin ni si quiera rozarnos.

De pronto te vi tan perdido que ni tu mismo te encontraste, sentando en mi silla con la cabeza hundida y los pies por delante. Un único impulso recorrió mi cuerpo y quise abrazarte como jamás pude hacerlo, y no me dejaste. Respire hondo y saque fuerzas desde el último rincón de mi cuerpo queriendo arrancar de ti cada mal sentimiento.

Ocupaste mi cama como jamás lo hiciste... mirando hacia la pared, con el alma encogida y los ojos muy tristes. Nos quedamos a oscuras y el silencio se me hizo molesto, tu espalda pegada a mi espalda y no pude soportarlo quise abrazarte y poder encontrarte en mis brazos. De un momento a otro la rabia se hizo hueco entre nosotros y sin saber porque gritándonos estábamos. Nos dijimos cosas, nos hicimos daño... los celos inundaron tu alma y acabaron mi calma. Salí corriendo, perdóname, me dio miedo.

Me vi sola ante las ganas inmensas de contarte lo que tenía por dentro, pero no podía contigo, no eras tu. Te querías ir, huías de la situación, no querías amarme es más no podías. Pero en tu debilidad encontré mi fuerza y quise sacarte de todo aunque con la verdad tuviera que hacerte daño.

Dejaste que mis manos acariciaran tu cuerpo, haciéndolo tibio. Pude ir colocando cada sentimiento en tu sitio, te di mi todo, siendo mi único todo tu propio cuerpo. Como mujer de armas divinas, utilice mis encantos para hacerte volver.

No hay solución, y los celos se llevaron lo peor. Pero me sentiste tuya, y mas tuya que nunca fui. Y de pronto mire tus ojos que se volvieron castaños, tras la tempestad llega la calma. Y la calma llego entre las sábanas de nuestra pasión viéndonos envueltas en ella. Te abrace y respirando bien hondo nos pedimos perdón. Cerramos los ojos y el sueño se apodero de nosotros.

Dicen que siempre hay una primera vez para todo. El primer amigo, el primer beso, el primer novio, la primera vez y mil veces primeras y primeras cosas más. Tomémoslo como eso, como nuestra primera pelea.

Tras la cual la primera noche de dormir de veras, y la primera mañana que sin ni si quiera hacer un esfuerzo volvimos bella. Y si de los errores se aprende, ay dios que bien aprendemos.

Tu puedes perderte entre la espiral de los celos mil y una veces, pero lamento decirte que por más perdido que estés yo siempre podré buscarte y encontrarte llevándote conmigo y demostrándote que si con algo no puedes es con mis ganas de amarte y aunque celoso perdido me cierres las puertas me chocare con ella una y mil veces hasta que me dejes amarte.




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