jueves, 29 de marzo de 2012

Existíamos.

La verdad duele, y más cuando te la dice alguien que quieres. Pero por mucho que duela, no deja de ser eso, la verdad.

No es fácil ver como todo lo de tu al rededor cambia, como nada es lo mismo. Llevo meses intentando aferrarme a algo que hace tiempo dejo de existir. No fácil perder a personas que fueron en determinados momentos más que yo misma.

No sé por qué fue, ni si quiera recuerdo el momento en que decidimos no volver a saber las unas de las otras. Pasaron cosas, y por orgullo hemos ido dejándonos. Más de una noche sentada frente al ordenador os he echado de menos... notaba la ausencia, el cambio, los huecos vacíos. 

Fueron demasiadas las veces que os iba necesitando, y no estabais. Sin embargo, yo siempre he estado ahí... en ocasiones he dejado mi vida por problemas ajenos a mi, y me a dado igual. No quiero ser una santa, y por supuesto no lo soy. Al igual que me habéis fallado a mi, supongo que vosotras vuestras razones tenéis. 

Nuestras acciones solas nos han ido sentenciando, una a una. Y así hemos ido cayendo por nuestro propio peso. Hemos ido tomando caminos distintos, creando nuestras vidas sin mira atrás. No sé donde quedaron nuestras tardes de risas, ni nuestras noches de charla. No sé donde hemos quedado nosotras, ni en que punto estamos. 

Como si me clavaran un cuchillo cada vez  pasais a mi lado y ni nos miramos. Me duele en el alma no poder abrazaros y deciros que ya todo a pasado, porque aunque sé que podría hacerlo... no soy capaz. Me duele teneros sentadas a mi lado y que sea como si no nos conociéramos.Recuerdo cada lágrima, cada llanto, cada desengaño... y no puedo. No creo que sea rencor simplemente es dolor, es pena, es miedo. 

Quisiera contaros cada uno de estos días de los meses pasados, lo feliz que él me hace, los sueños cumplidos, como ha cambiado mi vida para bien... y también quisiera escucharos... pero no puedo. Ya todo me supera y hace tiempo que se nos fue de las manos. Y cuando no lo hemos arreglado es porque tampoco podéis.

Esa es la verdad, la verdad que siempre veo pero se me olvida con los días. La verdad que me han tenido que decir a la cara mirándome a los ojos para saber cuanto daño hay en mi vida. Y es la verdad que más me duele por saber que no puedo cambiarla y que encima viene de ustedes, las que fuisteis mi vida.

Supongo que así lo hemos decidido cada una de nosotras, y que llegará el día en que mirándonos a los ojos nos digamos las verdades. Siempre he aprendido de ustedes, y mientras tanto yo sigo con mi vida y con el desengaño. Y quizás deba daros las gracias por lo que nos hemos dado, y porque al igual que aprendí con ustedes la palabra amistad, ahora me estáis enseñando que en la vida no vale ir dando en vano, porque luego no se recibe... y que por muchos males que vengan yo he aprendido a ser fuerte. 

Y ahora sé más que nunca, que nadie se muere por nadie.





1 comentario:

  1. Aún hay gente que muere por otra gente, pequeña Sara.

    De veras. A veces, es casi lo único en lo que uno puede creer.

    ResponderEliminar