Es como ese rayo de sol que entra por la ventana en los días de verano... cálido muy cálido.
Es esos dedos deslizándose desde mi cuello, pasando por mi espalda y acabando en mi cintura... una caricia bonita, delicada de esas que te hacen cerrar los ojos y respirar profundo. De esas que deseas que nunca sean terminadas.
Es ese beso que te aprieta en el estómago, que te abre los sentidos y te endulza el corazón. El que hace que todo te de vueltas, la locura verdadera, el sentido del amor.
Es ese abrazo silencioso que esperas en el momento más calmado, y te llena de sonidos los días más nublados. El que te hace sentir como en casa, protegida, querida, desea... tus abrazos.
Es esa mirada profunda, que a pesar de ser mirada dice más que mil palabras. Quizás sí, mirada convertida en palabras y palabras que no faltan a la hora de decirnos, muy bajito y bien cerquita los te quiero más bonitos.
Será un error convertido en acierto, o el acierto más erróneo que jamás he cometido, pero siendo acierto o error yo te quiero conmigo.
Que no faltará jamás ese rayo de luz en nuestras mañanas... después de mil caricias enredadas en sábanas donde quedarán plasmados los besos más sentidos y perdidos entre ellas cada abrazo involuntario, simplemente deseados, que tendremos que buscar entre mirada y mirada para poder encontrarnos.
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