jueves, 26 de enero de 2012

La medicina de la vida

En ocasiones creemos que por el mero hecho de dar, tenemos derecho a recibir. Gran equivocación. Sí, sobre todo mía.

Pero esto no es un juego, no se trata de ganar o perder. De quién da más o quién da menos. Se trata de mi, se trata de ti, de nosotras. Se trata de toda una vida compartida que sin más se ve reducida a un simple buenos días. Se trata de horas en el patio del recreo, de tardes en el parque, de meriendas, de todos los cumpleaños de nuestras vidas, de los primeros cambios, de horas pegadas al teléfono, de primeras fiestas, de recuerdos pegados a un disfraz,de canciones, de fotos, de secretos en medio de la madrugada, de promesas irrompibles... Se trata de nuestras cosas, nuestra historia.

¿Dónde queda todo eso? ¿Dónde está? Se fue, lo perdimos... ¿Lo perdimos?  No, lo perdiste. Las noches diarias de conversaciones se fueron reduciendo, los consejos fueron siendo menos, nuestros brazos ya no se estrechan, nos vemos todos los días y como si nada, las promesas se rompieron. 

Todas y cada una de tus palabras se quedaron suspendidas en el aire... Llegaron los malos gestos, las desganas, la tensión y la deslealtad. Miradas que dejaban mucho que desear y detalles que no fueron ni mucho menos apropiados. 

No soy quien para juzgar a nadie, y precisamente santa no soy. Pero para bien o para mal, por suerte o por desgracia... Me hicieron de la forma que soy, enseñándome a darle a cada cosa su valor, a no fallar jamás y sobre todas las cosas, me enseñaron que la amistad es una de las cosas mas bonitas e importantes que la vida pueda regalarnos.

Amistad, palabra demasiado grande para ti... porque no la tienes en tu vida, y si la tuviste no supiste apreciarla. Que la amistad no es solo para cuando nos hace falta, es para cuando también le hacemos falta a los demás. Que la amistad no es irse de fiesta, es saber que te estás divirtiendo porque las tienes a ellas. Que la amistad no es la de los momentos divertidos, es la que no se va cuando todo es horrible. Los amigos son familia, familia que se escoge. 

No me arrepiento de cada momento en el que tendí mi mano. Porque eso es precisamente lo que nos hace diferente, lo que nos diferencia. 

La amistad solo la siente en el corazón. Y si no la sientes, por mucho que te consideres amiga, no lo eres. Dejémonos de falsas escusas, de acusaciones absurdas, se intentar ser más que los demás y de ese afán por destrozar todo lo que nos quedaba, si es que nos queda algo. 

Me he dado cuenta que ofrecer amistad a quien busca defectos para hacer daño, es como dar pan a quien se muere de sed. Por eso ni te ofreceré mi amistad, ni me harás más daño.

Y si algún día miras a tu alrededor y no encuentras mas que ese vacío enorme que vas creando, siendo cociente de tu soledad y arrepintiéndote de cada daño provocado, y preguntándote el por qué todo todo eso, te diré que para tu mal y para mi bien... Que la única manera de tener un amigo, es siéndolo.  



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