viernes, 21 de enero de 2011

Nuestro lugar de siempre ...



Estoy sentada, en un banco, nuestro banco, el mismo de todos los fines de semana, de todas las vacaciones... el de siempre.

Tengo el ipop encendido y escucho música, algo lento y me relaja. No escucho más que la melodía, y a mi alrededor veo como ellos, mis amigos, están sentados en el bando, dejados de caer en esa valla de colores, de pie junto a la palmera... Todos hablan y se ríen, presos quizás de la sensación de estar todos juntos, sintiéndonos contentos, felices, como en casa, respirando un aire que no es el de todos, es solo el nuestro.

Y por un momento el tiempo se para, y comienzan a pasar a mi alrededor momentos, recuerdos... de cada noche, de cada tarde...

Es viernes, acabo de llegar y allí junto a la palmera, más cerca del banco que de la valla, esta ella, Carmi. Me llama risueña con ganas de contarme y que le cuente, de dejarme sentir con ella. Y me habla, me grita, y saltamos, críticas absurdas de alguien que pasa por allí, y nos pegamos, y sin querer nos miramos, contándonos la verdad más verdadera, risas que se nos escapan y luego un abrazo. Sincero,profundo y sentido... solo como nosotras sabemos hacerlo.

Sábado quizás, un día de navidad, y al lado mía sentada en la valla, Carmen. Las dos nos alejamos un poco, más allá de la palmera. Ella me cuenta secretos, secreto inconfesables, secretos nuestros, nos reímos. Volvemos con el grupo, y al rato, sale de su boca nuestra típica frase: anda, ya estamos todos. Nos miramos y sin que nadie nos entienda, nos entendemos. Una sonrisa de calma en la que le cuento que todo irá bien.

Verano. Y hoy casualmente como pocas veces, esta aquí. Mi Mónica. Nos miramos y no es necesario que le hable para que ella sepa que necesito contarle. Me lleva con ella, me pregunta, quiere que le cuente, y me escucha, se alegra de mi alegría. Y se enfada con mi enfado. Me abraza. Sintiendo las dos, que en esas ocasiones somos como una sola persona.

Invierno. Estoy sentada en la valla, y allí a lo lejos, aparece ella, con su habitual sonrisa. Marina. Me da dos besos. Se sienta en el banco, charlas improvisadas, frases que salen de su boca, porque sí, aunque no vengan al cuento, con su habitual falta de entendimiento. Y las dice porque quiere, porque lo acaba de pensar, las dice porque sino no sería ella. Todos la miramos, y reímos pensando es ella, es Marina.

Un día de verano. Y hay sentado en el banco esta el, Manolito. Lo miro, me mira, reímos. Felices de ser lo que somos primos, sabiendo que somos como hermanos, y a la vez amigos.Un chupito quizás, si el nuestro, como a nosotros nos gusta, contentos. Se va, y ahora falta que me diga a la hora que nos iremos : -Sara a las doce y diez no llegues tarde. Sabiendo en el fondo, que lo haré,llegaré tarde, sin querer. Lo quiero.

Un viernes de invierno. Que frío dios mio. Y llega ella, la apple. Con el cuello desabrigado, tan solo un pañuelo, que lía y deslía sin encontrar la forma de ponérselo. Me llama, y con mirada maliciosa me dice, ponme el pañuelo. Me rió, y jalo de cada uno de los extremos y la dejo un poco sin respiración, ella grita, me echa la bronca, y yo le coloco el pañuelo como a ella le gusta. Nos miramos y nos reímos, sabiendo que entre nosotras cada broma, no es más que eso,nuestras bromas. Mi manzanita.

Viernes de otoño. Alejandro tiene mi móvil,intenta escribir sin saber que no podrá, que aunque lo intente no sabrá hacerlo. Concentrado con alguien más no recuerdo quien, se pelean con el teclado de mi móvil, yo me rió, y les digo que yo ya haría tiempo que habría terminado. Me mira y se ríe, pero no me lleva la contraria, porque sabe de sobra que sería absurdo.Me conoce bien.Me recuerda que al menos el, no toma cola cao esperando que hagan el mismo efecto que los hibuprofenos. Nos reímos.

Un martes si no recuero mal, Raquel, Alvaro y yo aburridos. Todo esta vacío, y parece que por el momento la gente no ocupará los lugares de siempre. Juguemos al monopoly. Más allá de las vallas, cerca de los columpios nos sentamos en el suelo,mirándonos diciéndonos madre mía que vergüenza, como venga alguien... y comenzamos a jugar una partida, que aunque a medias empezadas, nunca se terminó. Risas muchas risas. Y nosotros en medio.

El reloj vuelve a funcionar,y el tiempo comienza a correr de nuevo, ahora suena otra canción, con algo más de ritmo, pero tranquila igualmente. Los sigo mirando a todos, pero ahora con un recuerdo de cada uno de ellos.




Gente que se pasa a saludarnos,que aunque no se sienten con nosotros, son tan amigos como todos.Y gente que pasa pero no saluda claro. Algunos de nosotros que se van a comprar, allí al fondo,y otras que cantan y bailan canciones a lo loco. Historias ocurridas a lo largo de la semana, y que nosotros nos contamos sabiendo que a todos, a cada uno de nosotros nos interesan. Planes divertidos, que normalmente nunca funcionan. Cosas, nuestras cosas.



Y ahora pienso y me pregunto, si sumará todas las horas que hemos pasado, en ese mismo lugar, ese mismo banco, rodeados de los mismo de siempre,horas de fines de semanas, de un verano, otoño e invierno, horas compartiendo paquetes de pipas, pidiendo que nos compren un chicle, saboreando polos veraniegos, comiendo esas bolsitas de chuches, que todos compramos sabiendo que la mitad no nos gustan, horas jugando a las cartas, contando chistes, y discutiendo sobre aquello y lo otro, haciendo comentarios construstivos sobre la gente que pasa por allí, escuchando a ellos decir, ya están criticando...Horas donde algunos que otros nos quedamos enganchados en la valla traicionera, horas donde nos valanceamos en el columpio, horas que simplemente pasamos juntos. Si las sumara todas esas, ¿cuánto tiempo habremos pasado juntos?



Pero lo que poco sabemos, y yo me dí cuenta, es que no puede haber una medida exacta para ese tiempo compartido,no, no la hay. Podemos medirlo en risas y llantos, en verdades y mentiras, en noches tranquilas, y no tan tranquilas, en abrazos...Podemos medirlo con el afecto y el cariño...Y el que sea capaz de medirlo en tiempo, el que sea capaz de situarlos en un reloj, y encontrarnos en el. No sabe todavía lo que tiene, no se paro a pensar como yo lo hago en este momento, no recordó jamás nada de nosotros, no quiso, no lloró ni rió con nosotros.

Porque no hay hora ni relojes que cuenten el tiempo que paso con vosotros, aunque sea mucho o demasiado, a mi, a mi memoria y mis pensamientos siempre, siempre me parecerá poco.

Y si hay algo con lo que yo pueda medir cada ratito, lo haré con las palabras para mi más importantes, AMOR Y AMISTAD.

Gracias por cada noche compartida. Gracias a todos

2 comentarios:

  1. Oh Sara!
    Te digo mil veces, y to le repetiría mil veces más, que me encantan tus textos.
    Pero éste, es súper especial, ya que nos nombras a cada uno de los que formamos parte de este grupo.
    El texto precioso, me ha encantado como los demás que escribes.
    Te quiero muchísimo! No se te olvide!

    ResponderEliminar
  2. ehhh que haces tu cotilleando mi blog¬¬
    jeje
    Gracias por repetirmelo miles de veces, y por eso yo jamas me cansare de darte miles de gracias,por todo.
    Nunca se me olvida! tequiero!

    ResponderEliminar