martes, 31 de marzo de 2015

Amores dormidos

Aún me da un vuelco el corazón cuando escucho tu nombre, aún sigo saliendo en tu defensa cuando tus acciones no tienen justificación. Aún me sigues doliendo.

Siempre estás, siempre te quedas. Eres inagotable y a la vez agotador. No sé exactamente cuanto tiempo hace que te marchaste, si fue antes o después de aquel adiós. Quizás sea que no lo hiciste nunca. Que aquel adiós nunca existió y que vamos ocupando nuestro espacio de ''hasta pronto'' que se renuevan continuamente. 

Nunca fuimos lo suficientemente valientes para dejarnos ir, para marcharnos, para olvidarnos. Tú andas buscando alguien que te quiera como yo, que se parezca y yo sigo buscando alguien a quien querer de esa manera. Es una pena que siempre fracasemos los dos. 

Y entonces acabamos perdiéndonos en el recuerdo de todo aquello que siempre nos hace volver, dudar y quedarnos. Siempre en silencio, tu pendiente de mi y yo a la espera de ese sí. Esa afirmación que me haga dar el sprint final, el que me queme los pulmones ya llenos de cansancio y me lleve a la meta. A cruzar esa puta linea que nos separa.

A veces me pregunto qué hacemos perdiendo el tiempo buscando en otros sólo lo que nosotros podemos darnos. A caso hay alguien en este planeta que le quede aquel perfume tan bien como a ti, o es que existe ser humano que te iguale en defectos y virtudes. Y dime si es que alguien te beso como mis labios lo hicieron o si encontraste una maniática que te saque tanta sonrisas como yo. 

Ahora perdóname si el tema es encontrar un polo opuesto al mio, perdóname si lo que pretendes es no volver a tener en tu vida a alguien que se vuelva tan loca como yo al ver tu sonrisa. Quizás nunca me quedó claro. 

Perdóname también si pretendes olvidarme y mi recuerdo no te deja, quizás sea que no debas o que no quieras y no puedas. A lo mejor es la suma de todos esos factores, o probablemente sea el destino que no quiere que nos vayamos. Que se empeña en abrir el libro cada vez que lo cerramos. 

Porque siempre hay algo sabes... siempre hay un olor, un sonido, un lugar o una palabra que me acerca a ti. Que nos acerca. Y al final pasa que te cansas de evitar esas señales y mandas al traste a todos con todos esos imposibles. Porque me dan igual, joder, porque aunque siempre quiera no puedo. 

¿Y no es ese motivo suficiente para seguir luchando? ¿o es que a caso se puede ir en contra de lo que sientes? ¿no es eso el amor?

Ya no creo en las historias felices, porque lo que realmente vale la pena duele y se construye en base a contratiempos. Y es así la única forma de hacernos fuertes, porque también era esta la única forma de darnos valor, de darle valor a todo lo que teníamos. A todo lo que jamás encontraremos en otras personas.

Y si mañana es el día de olvidarnos no sufro, porque si mañana pasa es que ese era el sentido de nuestra historia. Y si luego ocurre que te enamoras de alguien mejor que yo, lo celebraré, porque no eras mío. Es más si en algún instante me olvido, te olvidas y nos olvidamos de querernos... ay cariño si eso pasa, si la linea de meta se convierte en otro punto de partida y mis pulmones se vuelven a llenar de aire limpio. Cuando mire hacia atrás y vea todo el camino recorrido volveré a sonreír, volveré acordarme de ti, pero de una forma distinta.

Mientras tanto, mientras me acerco a trompicones a esa linea de meta o quizás de inicio de otra vida... sigo agotando cada aliento, cada instante de vida... Mientras tanto sigo dejando que la vida nos sorprenda, que las señales nos guíen, sigo siendo feliz.

Pero no te olvides que a veces ir en contra de uno mismo es el peor error, y que cambiar lo que deseas en ese instante por lo que quieres para el resto de tu vida por la impaciencia es la sentencia segura a una vida llena de sinsabores, de culpas y sobre todo de desamor.



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